Un merecido reconocimiento a esas mujeres que dan vida, que protegen, educan, acompañan y son guías en la vida de sus hijos; además de dedicar su existencia al ejercicio de la medicina, curando, salvando vidas, dedicando tiempo completo, incluso no pudiendo estar presentes en festividades especiales por la labor que ejercen.
Quizás no haya palabra para describirlas, tampoco un solo día en el año sea suficiente para agasajarlas, pero hoy, desde el Colegio de Médicos de la provincia de Misiones queremos homenajearlas a ellas, a las madres, y en especial a las que combinan a diario la labor maternal con el ejercicio de la medicina, ambos oficios que exigen dedicación a tiempo completo, en los que no hay domingos ni feriados, pero sabemos que ambos lo llevan adelante con amor, pasión y entrega. En este día tan especial queremos destacar algunas de las historias de nuestras matriculadas que siendo madres dedican su vida a proteger la salud de los misioneros, con vocación y servicio.
Medicina para el corazón
Ella es madre y forma parte importante en la maternidad de otras mujeres, ya que hace 38 años cumple un rol esencial en la llegada de un nuevo ser. Es la médica Susana Semchuk, de Apóstoles quien ya se encuentra jubilada en su función en la Salud Pública, pero continúa atendiendo su consultorio.
“La vida me regaló cinco hijos y pude compatibilizar mi actividad hospitalaria con la maternidad, porque vivía a dos cuadras del hospital y cuando estaban en la escuela, me acompañaban a la tarde al hospital, se sentaban en la cocina a hacer sus tareas y cuando hacia guardia también, se quedaban en la habitación”, manifestó la galena.
Sin embargo consideró que “ser madre nunca fue una carga para mí. La medicina y la maternidad son mis grandes pasiones, además en la obstetricia se trabaja con la vida. Cada nacimiento es una alegría, una esperanza de un mundo mejor, uno piensa en el futuro de ese chico y después los cruzas en la calle cuando son grandes y la madre dice ´esa es la doctora que te ayudó a nacer.”
“Aprendo todos los días”
Delia Arce ejerce la tocoginecología hace 40 años, es madre de tres hijas. “La más grande es médica y ya me ha hecho abuela”, manifestó orgullosa.
“La vida me fue enseñando que la maternidad es una cosa hermosísima, única. De alguna manera fue aprendiendo que la medicina se ejerce igual que la maternidad, con idoneidad, respeto, poniéndose en el lugar del otro, humanizándonos, me fue enseñando tener empatía por el otro, sin perder el principio de la medicina, de ejercerlas en condiciones de ciencia”, explicó.
Delia considera que “todos los días se aprende a ser madre. Hay momentos que son precisos, únicos, y es cuando el niño te pide cariño, cuando tenés que estar presente; porque el cansancio a veces nos hace cometer el error de no escucharlos, o de ser permisivos y evitar los límites. Si hay amor y límites, con el tiempo lo vamos a disfrutar. Es difícil ser madre, pero qué encantadora tarea, que sensación infinita en ternura, bienestar y desafíos”.
Por su parte, Andrea Rohrmoser, de Montecarlo, coincidió que al convertirse en madre de Lucas y Camila comenzó a verse “reflejada en todas las madres que atiendo cotidianamente”.
Además la doctora confesó que “como médica pensé que lo sabía todo antes de ser mamá, y me sentía segura al dar explicaciones o recomendaciones de parto, cesárea, puerperio, amamantamiento, etc; pero con la experiencia de mi primer hijo me di cuenta que era fácil decirlo pero muy distinto vivirlo”.
Similar fue la experiencia de la pediatra Ángela Martínez, quien aseguró que la maternidad le cambió “100%, en cuanto a la sensibilidad y a la reorganización de la vida. Fue una maternidad muy deseada y anhelada, pero me costó y me cuesta todavía la conjugación de la maternidad con los tiempos de la profesión”.
Además, la pediatra explicó que “en cuanto a la profesión, la maternidad me ayudó a comprender a los padres en situaciones, que no te da la profesión pero sí la experiencia. Considero que uno de los mejores momentos en el consultorio es poder compartir con los padres, realizar intercambio de experiencias en cuanto a la crianza respetuosa, como lograr cambios en nuestros niños. Disfruto mucho más mi profesión desde que soy madre”.
Todas las historias son distintas y en cada una de ellas combinan sus grandes pasiones. A ellas y a todas las madres de la provincia de Misiones, desde este espacio queremos desearle un muy Feliz Día.
Navidad lejos de casa
Diferente fue para Graciela Medina, quien es médica cirujana, y en 1993 comenzó a trabajar en el hospital de 25 de Mayo. “La medicina era lo más importante para mí, hasta que en 1995, llegó mi primer hijo, Iván, a quien lo recuerdo saludándome con la manito cuando salía para ir a trabajar. Tres años después nació Karen, quien no comprendía porque su mamá pasaba Navidad en el hospital y no con ella”.
La maternidad implica muchas veces resignar momentos, modificar hábitos y horarios. Pues en la medicina también, ya que es una profesión que no tiene horarios, domingos ni feriados. “Me dedique plenamente a hacer atención primaria de la salud, recorriendo los Caps y la comunidad Tamandúa. Hacia guardias donde atendía partos, accidentes, hacia suturas y a veces tenía que subir a la ambulancia y acompañar a un paciente a un centro de mayor complejidad”, explicó Medina.
En tanto, agregó que ya son 28 años en que se dedicó a la medicina en Misiones, y el que más le marcó fue “cuando llegó la pandemia, que trajo miedo e incertidumbre y tuve que aislarme de mi familia por prevención, por haber estado en contacto con pacientes positivos”.
Por su parte, para la médica Karina Friedl, la maternidad llegó junto con la medicina. “Me recibí ya embarazada de mi primera hija. Vine a ejercer a San Vicente, siempre me desempeñe en el sector público”.
Aseguró que “la medicina es una profesión que la elegiría mil veces. Tengo tres hijas, que son mi sol, mi vida, mi locura y mi pasión como toda madre”.
Mientras que, para Graciela Cabrera, instrumentadora quirúrgica, quien hace 36 años trabaja dentro de los quirófanos y que “a pesar de la edad sigo capacitándome, ya estoy por ser licenciada”, dice orgullosa, y considera que uno de los momentos que más disfruta es compartir “la alegría de ver un nacimiento, que lo vemos todos los días, es muy tierno ver a los padres emocionarse, es algo inexplicable”.
Graciela tiene dos hijos y 5 nietos y nos refiere que “se siente muy orgullosa de la profesión que elegí”. Recordó que cuando sus hijos eran pequeños “andaban por todos lados conmigo, a las 5 de la mañana los llevaba a la guardería y los retiraba cuando salía del hospital.
